Bilingüismo

Rodolfo Barbaste

La mayoría de la gente en el mundo habla o está aprendiendo una segunda lengua, lo que contradice la percepción generalizada de que solo hablar la lengua materna es la norma. El bilingüismo o multilingüismo – definidos como la presencia de dos o más idiomas en una misma región, o la convivencia de dos o más comunidades lingüísticas en un mismo territorio o nación – es mucho más común de lo que anteriormente se pensaba. La idea de que los que prevalecen son bilingües, en lugar de los monolingües, es particularmente convincente si se utiliza una definición amplia de bilingüismo, que incluye no sólo la de un bilingüe 'perfecto' (que probablemente no existe) sino también diversas formas “imperfectas” e “inestables” de bilingüismo, en el que una lengua sustituye a otra por lo menos en algunas ocasiones y en algunas situaciones del uso del lenguaje.

De los 6000 idiomas estimados que actualmente se hablan en el mundo y sólo alrededor de 200 países, es matemáticamente evidente que en muchos países, incluso en la mayoría, la gente es bi - o multilingüe”.1

Las razones de que en algunos países o culturas predomine el monolingüismo son de carácter histórico: en Chile, a diferencia de otros países latinoamericanos, se produjo una brecha física y cultural con las culturas nativas, especialmente mapuches, que nos hizo desarrollar la nación “criolla”; es decir, una cultura totalmente influenciada por España y posteriormente otras naciones europeas. Esta brecha se ve incluso hoy acentuada por la actitud “separatista” de muchas organizaciones mapuches, cuyos integrantes dicen no sentirse chilenos.

Aunque sólo una minoría de los estudiantes en cualquier país de América del sur se matricula en programas de educación bilingüe, hay una gran variedad de estos programas. Estos van desde programas de élite en la British School en Bogota, Colombia y el Colegio Menor San Francisco de Quito, Ecuador, los cuales ofrecen instrucción en inglés para estudiantes de primaria y secundaria (…) a los proyectos de alfabetización bilingüe para la mujer rural en el Perú cuyo objetivo (…) es contribuir a la alfabetización intercultural e indígena en Quechua y enseñar español con una metodología de segunda lengua (…) a las 2000 escuelas primarias y 40 escuelas secundarias que son parte del sistema nacional de Ecuador de educación bilingüe y que hacen usos variados de las lenguas indígenas (…)”.2

En este documento no se menciona en ninguna parte a Chile, pese a que el gobierno tiene programas de enseñanza del Mapudungun (la lengua mapuche) en el sur de nuestro territorio. Obviamente la repercusión a nivel de conciencia nacional es insignificante. Esta realidad también afecta la percepción nacional de que no es necesario aprender un segundo idioma, lo que paradójicamente compartimos con los anglo-parlantes, especialmente en EEUU, aunque por motivos muy distintos. En nuestro caso, no es una actitud productiva ni moderna.

El número de bilingües a comienzos del tercer milenio es probablemente mayor que nunca y continuará creciendo como resultado de las fuerzas combinadas de la globalización, la automatización, la mayor movilidad y la migración y, en algunas partes del mundo, al menos, el cambio de fronteras nacionales. También el avance actual de los movimientos de educación bilingüe y de enseñanza de lengua extranjera, anteriormente accesibles solo a las élites, contribuye a la propagación del bilingüismo”.3

Durante mucho tiempo predominó la corriente contraria al bilingüismo que lo consideraba como un fenómeno psicológico y social perjudicial. Pero ahora cada vez hay más pruebas de que, dadas las condiciones correctas, el bilingüismo puede conferir distintos beneficios, como el desarrollo intelectual, psicológico, social, cultural y económico en el individuo. Países como Luxemburgo, Noruega, Suiza, Bélgica, Canadá y Singapur son casos bastante claros y convincentes de que las sociedades bilingües no son más inestables o subdesarrolladas que las monolingües. Por el contrario, el número hablantes bi- y multilingües que produce un país puede considerarse como un indicador de su nivel educativo, su competitividad económica y su vitalidad cultural. Claramente, el bilingüismo puede ser una condición a la que se puede aspirar y apreciar, en lugar de prevenir o remediar.

Las arraigadas actitudes negativas hacia el bilingüismo no son la reserva de ninguna clase social o comunidad en particular. Aunque todos los gobiernos oficialmente promueven en sus ciudadanos el aprendizaje de lenguas extranjeras a través de la instrucción formal, los que ponen en práctica las políticas pueden no compartir exactamente la misma perspectiva”.4

La resistencia al bilingüismo viene principalmente de poblaciones de inmigrantes, o clases bajas, cuyos prejuicios los ponen en desventaja. Muchos padres esperan que el apego a la tradición lingüística y cultural de sus hijos sea tan fuerte como el propio, lo que ven en peligro si sus hijos se convierten en bilingües, especialmente si el niño mayor preferentemente opta por pertenecer a un grupo en que el idioma no es el de los padres, y se aleja de los valores familiares en favor de los de la sociedad en que se desarrolla.

Las tensiones pueden surgir si los padres intentan resistir esta tendencia que no puede ser más que una afirmación de la individualidad y la independencia que se expresa en términos de lengua y cultura”.5

Por otra parte se observa el fenómeno contrario, si se quiere, denominado “bilingüismo de elite”, que es el que se presenta como una opción consciente por padres que vienen de entornos de clase media estables y que están en posición de apoyar el proceso educativo con su participación y respaldo.

Con estas poblaciones no hay ningún conflicto entre los valores del seno familiar y el entorno en general. Pocos miedos se registran entre las poblaciones mencionadas”.6

Por un lado, los grupos de nivel socioeconómico superior están orientados hacia los valores cosmopolitas que hacen del bilingüismo estimulante y enriquecedor; por otro lado, los grupos de nivel inferior están más orientados hacia los valores tradicionales culturales o indígenas, lo que les hace percibir el bilingüismo como una agresión cultural profunda.

En algunos casos se utilizan términos igualmente fuertes para describir la desestabilización cultural provocada por el bilingüismo en las naciones en desarrollo, donde se habla de la mutilación lingüística y cultural. Estas actitudes revelan que los temores culturales no pueden ser tomados a la ligera”.7

Los paralelos entre los grupos de nivel inferior en las naciones subdesarrolladas y grupos similares de inmigrantes en las naciones industrializadas son sorprendentes, como es el hecho de que se discutan cuestiones culturales en términos de conflictos entre el tradicionalismo y el modernismo, así como las dificultades de la brecha generacional.

Parece que el factor de clase desempeña un papel primordial que determina en cierta medida si el bilingüismo es un factor positivo o negativo y que afecta al bi-culturalismo. Con respecto a las elites, no parece que hayan presiones culturales en conflicto en torno al bilingüismo”.8

Debemos aceptar el hecho de que “la necesidad es la madre del bilingüismo”; en este mundo cada vez más pequeño, la denominada la aldea global, no hay manera de escapar de la creciente prevalencia del bilingüismo, por lo que cualquier temor debe superarse. Siempre hay cambios inevitables en la sociedad a los que todos debemos adaptarnos, sean políticos, sociales, raciales, culturales o todos los anteriores.
Un cambio de paradigma muy importante que ha ocurrido recientemente es el entendimiento de que el aprender una segunda lengua beneficia, no perjudica al hablante nativo, en términos cognitivos, sociales, culturales y políticos (apertura y tolerancia, entre otros).

El hablante de una segunda lengua tiene otros usos de la lengua que el monolingüe; su conocimiento de la segunda lengua no suele ser idéntico a la de un hablante nativo; el conocimiento de su primer idioma en algunos aspectos no es el mismo que el de un monolingüe; tiene una mente diferente a la de un monolingüe”.9

En un cierto nivel la mente del hablante de una segunda lengua es un conjunto que equilibra los elementos de la primera y segunda lengua en su interior. Saber otro idioma beneficia el uso de la propia lengua materna; el aprendizaje de idiomas tradicionalmente invocaba el concepto de 'entrenamiento cerebral' para justificar la enseñanza del latín, por ejemplo.

Se ha establecido mediante mediciones objetivas que los niños húngaros que saben inglés usan oraciones más complejas en su primer idioma que quienes no saben. Una amplia investigación en desarrollo bilingüe en general muestra que los niños con L2 tienen habilidades metalingüísticas más precoces que sus compañeros monolingües. Los niños angloparlantes a los que se les enseña italiano durante una hora a la semana leen en inglés mejor que sus contrapartes. (…) En cuanto a la utilización general de la primera lengua, es una ventaja saber un segundo idioma, como atestiguan muchos célebres escritores bilingües, desde Chinua Achebe a John Milton, de Samuel Beckett a Rabindranath Tagore”.10

Una de las causas del cambio lingüístico en general es de hecho el contacto con otras culturas; el idioma inglés, que de hecho es el más abierto a las contribuciones de otras culturas, por la obvia razón de que hay miles de personas inmigrando hacia EEUU, absorbe vocabulario extranjero a un ritmo impresionante.
Los niños bilingües pueden adquirir incluso más de dos idiomas. Pueden hacerlo siempre y cuando se expongan a éstos, aunque eventualmente tienden a desarrollar un mayor dominio en uno de ellos, por la sencilla razón de que se utiliza con mayor frecuencia y que supone mayor sociabilidad o incluso ventajas económicas o laborales.

En 2005 se encuestaron 29 niños bilingües entre las edades de uno y casi seis años y se llegó a la conclusión de que el desarrollo lingüístico de los niños difiere poco del desarrollo de un monolingüe en sólo uno de sus idiomas. Además, en 14 estudios publicados de jóvenes bilingües que se compararon con monolingües de una edad similar, la tasa de desarrollo bilingüe fue comparable a la de los niños monolingües o alrededor de la misma edad. (…) Una diferencia, por supuesto, es que los bilingües pasaron por las etapas del desarrollo de dos idiomas. Así, el resultado natural de los niños es hablar lo que los padres y otros adultos hablan en su presencia, ya sea un idioma o dos o incluso más”.11

Aunque todos los niños de inteligencia normal adquieren un idioma, los niños pueden resistir la adquisición de idiomas adicionales. Lo que importa es cuánto respaldo proviene de la familia y la comunidad. Esto es especialmente cierto cuando hablamos de la lengua materna de una minoría, porque el deseo de adquirir un segundo idioma se relaciona con cuánto respaldo sustantivo y psicológico tiene un lenguaje por parte de las personas en el entorno del niño y la comunidad.

El que los miembros de la familia fomenten activamente la adquisición de la lengua en cuestión es importante para los niños muy pequeños”.12

Aunque es cierto que los niños que aprenden dos idiomas toman más tiempo para aprender las sutilezas de la sintaxis que los niños que se concentran en solo un idioma, eventualmente alcanzan el mismo nivel en un plazo corto.

La cantidad de exposición que tienen los bilingües al inglés o español parece importar; por lo menos a los niños con más exposición les va mejor en el reconocimiento de las estructuras aceptables en el idioma que se está examinando”.13

En lo que respecta a lo que se llama conocimiento metalingüístico, se piensa que los niños bilingües pueden sobresalir en tener la flexibilidad mental asociada a este tipo de conocimiento. Los niños bilingües tienen una ventaja sobre los niños monolingües al demostrar agilidad mental.

Los hablantes bilingües son especialmente superiores en el área de reorganización simbólica, llevando a los investigadores a decir que bilingües muestran mayor flexibilidad mental. (…) Es un hallazgo importante porque alerta a otros investigadores y educadores sobre la noción de que en la crucial área de formas de procesar información el bilingüismo podría ser una ventaja, no una desventaja”.14

La lengua nativa (es decir, la gramática, lo que puede describirse por lingüistas en términos de reglas: fonología, morfología, sintaxis y el léxico) es adquirida incidentalmente (es decir, poniendo atención a algo distinto de lo que es internalizado como competencia lingüística), se almacena de forma implícita (es decir, permanece opaca a la introspección) y se utiliza automáticamente (es decir, la comprensión y la producción no son controladas conscientemente). Esta competencia lingüística implícita es asistida por la memoria procedimental, que se basa en las estructuras neuronales en el cerebelo derecho, los ganglios basales izquierdos– en particular el neostriatum – y la corteza perisilviana (las tradicionales áreas relacionadas con el lenguaje). (…) Además, los individuos son conscientes de las características observables de las manifestaciones del habla, incluyendo su propia producción, en particular las formas y significados centrales de las palabras. En otras palabras, los hablantes son conscientes del “input” y su “output” proviene de la competencia lingüística implícita, pero no de la estructura interna y la operación de esta competencia. (…) El conocimiento que emerge de estas observaciones conscientes se almacena en la memoria declarativa, que se basa en las estructuras neuronales en el hipocampo, incluyendo las circunvoluciones parahipocampales y los lóbulos temporales mesiales. Su uso es controlado conscientemente y como tal, implica el funcionamiento de la corteza cingular anterior.15

La gente que aprende una lengua extranjera sin estar expuesta a la constante comunicación con hablantes de ese idioma, generalmente aprende acerca de la estructura de la lengua de los libros o en el entorno formal de una sala de clases. Este aprendizaje, consciente, es por lo tanto, asistido por la memoria explícita (declarativa). Debido a que la competencia lingüística implícita se adquiere solo a través del uso frecuente de la lengua, no existe la frecuencia suficiente (la inmersión) como para adquirir una competencia lingüística implícita durante el aprendizaje de la lengua extranjera.
Con el tiempo, especialmente si hay en frecuente comunicación en la vida real con hablantes de ese idioma, eventualmente se puede adquirir una cierta competencia lingüística implícita, pero probablemente se seguirá dependiendo en gran medida del conocimiento metalingüístico explícito.

Además de la gramática de la lengua, los hablantes adquieren la habilidad de inferir significados desde el contexto en que se producen las expresiones, ya sea literal (el significado que se deriva de los significados de palabras y la estructura de la oración, es decir, su significado semántico), figurativo, metafórico o simplemente con relacionado con los contextos situacionales, social o discursivos. Esto se conoce como capacidad pragmática. Todos los idiomas poseen algunas señales pragmáticas específicas además de principios pragmáticos generales. La capacidad pragmática es asistida por áreas del hemisferio derecho”.16

La evidencia de imágenes neuronales en adultos sugiere que el bilingüismo puede provocar especialización funcional diferenciada de los dos idiomas dependiendo de la edad de adquisición y además, puede llevar a una reorganización a nivel neuronal.

Los niños bilingües superan a sus compañeros monolingües en las tareas que requieren altos niveles de control cognitivo, como la función ejecutiva y las falsas creencias. La experiencia que adquieren los niños bilingües en la inhibición de un idioma mientras se “pasa” al otro puede conducir a un aumento de sus capacidades de control ejecutivo de dominio general que participan en diferentes aspectos del funcionamiento cognitivo”.17

Estudios recientes sugieren que los niños bilingües, expuestos a un input aproximadamente igual en los dos idiomas, mezclan los idiomas solo si escuchan la mezcla en la lengua de sus padres y realmente no tienen ninguna dificultad en mantener los sistemas de lenguaje independientes. Por otra parte, pasan por las etapas de desarrollo lingüístico tanto de sus lenguas como monolingües más o menos al mismo tiempo, incluso si las lenguas pertenecen a diferentes modalidades (inglés y francés o lenguaje de señas y francés). A los cuatro meses de edad los niños bilingües distinguen incluso dos idiomas que tengan muy similares características rítmicas (castellano y catalán), mientras que los monolingües a la misma edad no pueden. La discriminación depende mucho de la exposición lingüística y el bilingüismo puede marcar una diferencia significativa en el desarrollo de esta capacidad.

Hay importantes diferencias en cómo el cerebro de bilingües tempranos y tardíos representa los dos idiomas. Al realizar resonancia magnética funcional (fMRI en inglés) durante ejercicios de reconocimiento de imágenes o de generación de oraciones, se ha encontrado que los bilingües tempranos muestran activación en las estructuras cerebrales correspondientes, mientras los bilingües tempranos muestran activación diferenciada en función de los idiomas. Este último hallazgo también es apoyado por resultados del test de Potencial de Evocación de Eventos relacionados (ERP en inglés). Además, algunos estudios encontraron patrones de activación diversos para los dos idiomas también en bilingües tempranos al realizar una tarea de decisión gramatical”.18

Los adultos bilingües tienen una mayor densidad de materia gris en áreas específicas del cerebro (corteza parietal inferior izquierda) que los monolingües. Esta reorganización estructural resulta ser más importante en los bilingües tempranos (que aprenden la segunda lengua antes de la edad de 5 años) en comparación con los bilingües tardíos, aunque ambos grupos utilizaron los dos idiomas a diario durante cinco años antes del estudio.
La experiencia de prestar atención a una lengua y hacer caso omiso de la otra podría mejorar las habilidades de atención y de control selectivos de los niños bilingües. Esta conmutación temprana de idiomas, junto con el monitoreo permanente de los sistemas de los dos idiomas, emplea mecanismos tales como la inhibición y el control que podría detonar una trayectoria de desarrollo excepcional debido al entrenamiento extra. Esta idea, de que a mayor exigencia mayor desarrollo, parecería dar la razón a Krashen:
El bilingüismo tiene efectos positivos sobre el sistema cognitivo en general. Los bilingües están más interesados en el plan de estudios, utilizan estrategias que les permiten resultados excepcionales en algunas áreas, y están orientados más al logro en comparación con los monolingües. El bilingüismo implica mayor flexibilidad cognitiva, conciencia metalingüística y creatividad (…) Los hablantes bilingües podrían utilizar los mismos mecanismos para la conmutación de lenguajes para resolver tareas de función ejecutiva, los procesos cognitivos responsables del control de acción de alto nivel, planificación, inhibición, coordinación y control de secuencias de acción, que son necesarias para el mantenimiento de una meta y cumplirla a pesar de la distracción de estímulos externos”.19

La ventaja de los bilingües en experimentos relacionados con la Teoría de la Mente podría no significar que los niños bilingües representen los estados mentales de otros antes que los monolingües, sino que de hecho aprendan a enfrentar las demandas inhibitorias de los experimentos de falsa creencia con anterioridad. Estas ventajas comienzan a observarse solo a partir de la edad en que los niños comienzan a utilizar las complejas funciones de control para la selección de idiomas en la producción.
El monitoreo permanente de dos idiomas y el temprano cambio de lenguajes impulsa la trayectoria del desarrollo de las funciones ejecutivas de los hablantes bilingües. El incremento de este dominio cognitivo parece ser tan fuerte que es observable incluso en tareas que no fueron diseñadas explícitamente para probar las funciones de control.

Los educadores, los políticos y los defensores de la instrucción monolingüe deben considerar la creciente evidencia experimental, que aunque no aborda directamente la cuestión de la adquisición y el dominio del lenguaje bilingüe, sugiere que el bilingüismo precoz puede promover diversas ventajas para los niños en el ámbito socio-cognitivo en edad prescolar. (…) El entorno estimulante de un niño bilingüe desencadena cambios que podrían acercarnos no solo a una mejor comprensión de cómo se construye la mente bilingüe, sino también a la organización y funcionamiento del sistema del desarrollo cognitivo”.20

La capacidad de los niños de distinguir un lenguaje familiar, previamente escuchado de un idioma extranjero desconocido implica que han formado una representación neuronal de la lengua familiar que actúa como modelo contra el cual se pueden comparar otros idiomas (familiares o desconocidos). La capacidad de reconocer un lenguaje familiar (o idiomas) también dirige la atención del niño a la información pertinente para el lenguaje a ser adquirido.

Los bebés bilingües de español-catalán pueden discriminar entre sus dos lenguas nativas a partir de los 135 a 139 días de edad y lo hacen al mismo tiempo que los niños monolingües discriminan entre estos mismos idiomas. En otras palabras, los niños bilingües no se retrasan ni se adelantan, en sus capacidades discriminantes, como resultado de la exposición lingüística dual. (…) Hay evidencia de que las impresionante capacidades auditivo-discriminatorias y mnemotécnicas de los infantes están basadas en experiencias de lenguaje en el útero. Más específicamente, se ha encontrado que los fetos a los que se leyeron pasajes de prosa por parte de sus madres diariamente seis semanas antes del parto demostraron preferencia por estos pasajes después del nacimiento en comparación con pasajes nuevos. Los niños demostraron preferencia por los pasajes previamente escuchados incluso cuando otra mujer los lee, indicando que no es simplemente la familiaridad con la voz de la madre, sino más bien las propiedades acústicas generales de la señal del habla a la que los infantes responden. Del mismo modo, al monitorear los cambios en las tasas cardiacas se observa que los fetos en las 37 semanas de gestación distinguen entre poemas familiares y nuevos tras una exposición anterior a los poemas familiares. (…) Durante los primeros 6 a 8 meses de vida, los lactantes preverbales pueden discriminar la mayoría de los contrastes fonéticos de los cuales todos los idiomas hacen uso, no importa si estos contrastes aparecen en el “input” al que el bebé está expuesto o no. Para el décimo mes, los bebés siguen discriminando los contrastes que se producen en el “input”, pero ya no discriminan los contrastes no-nativos”.21


1 Dewaele, J., Housen, A., Wei, L. & Beardsmore, H. (2003). Bilingualism: Beyond Basic Principles. Clevedon: Multilingual Matters Ltd. p.1

2 King, K. (2005) Language Policy and Local Planning in South America: New Directions for Enrichment Bilingual Education in the Andes. En De Mejia, A. (Ed.) Bilingual Education In South America: 1-14. Clevedon: Multilingual Matters Ltd. p.1

3 Dewaele, J., Housen, A., Wei, L. & Beardsmore, H., op. cit., p.1

4 Id., p.2

5 Dewaele, J., Housen, A., Wei, L. & Beardsmore, H., op. cit., p.13

6 Id., p.17

7 Dewaele, J., Housen, A., Wei, L. & Beardsmore, H., op. cit., p.14

8 Id., p.15

9 Dewaele, J., Housen, A., Wei, L. & Beardsmore, H., op. cit., p.5

10 Id., p.12

11 Myers-Scotton, C. (2005). Multiple Voices: An Introduction to Bilingualism. Massachusetts: Blackwell Publishing. p.326

12 Myers-Scotton, C., op. cit., p.327

13 Id., p.339

14 Id., p.340

15 Paradis, M. (2007). The Neurofunctional Components of the Bilingual Cognitive System. En Kecskes, I. & Albertazzi, L. (Eds.) Cognitive Aspects of Bilingualism: 3-28. Dordrecht: Springer. p.3-4

16 Myers-Scotton, C., op. cit., p.301

17 Id., p.301

18 Myers-Scotton, C., op. cit., p.305

19 Myers-Scotton, C., op. cit., p.310

20 Myers-Scotton, C., op. cit., p.319


21 Dewaele, J., Housen, A., Wei, L. & Beardsmore, H., op. cit., p.208






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